El Círculo es una antigua forma de encuentro que ha reunido a seres humanos en conversaciones durante miles de años. Lo que transforma una reunión en un círculo es la voluntad de las personas para pasar de socializar informalmente o discutir sobre opiniones, a una actitud receptiva desde la que hablar de manera reflexiva y escuchar profundamente.
Da forma al círculo, determina qué personas vendrán, cuánto durará y lo que puede esperarse. La persona convocante explica el propósito.
Es útil empezar con una pequeña práctica que cambie la atención de las personas: un momento de silencio, una lectura, canción…etc.
El centro del círculo es como el eje de la rueda: la energía pasa a través de él y mantiene el borde unido. Suelen situarse en el centro objetos que representan el propósito del círculo.
El check-in ayuda a generar un estado de ánimo acorde y recuerda a cada uno su compromiso con el propósito declarado. Compartir una breve historia ayuda a tejer la red entre las personas. Si una persona no está preparada para hablar, el turno pasa y se le ofrece la oportunidad de hablar al final.
Permite que todos los participantes disfruten de un intercambio libre y profundo, y que se respete la diversidad de puntos de vista. Ejemplos usuales:
Su rol es ayudar a que el grupo se auto regule.. Un miembro del círculo actúa como voluntario para proteger la energía del grupo y el progreso del círculo.
Al finalizar un círculo es importante dedicar unos minutos a cada persona para que comparta lo que ha aprendido o lo que se lleva. Habitualmente después del check-out, el anfitrión, el guardián o un voluntario dice unas palabras como despedida o pide unos segundos de silencio antes de cerrar el círculo.